domingo, 10 de marzo de 2013

Sravasti, los Setecientos Templos Ocultos

Hemachandra, el Trono de la Luna Dorada. Primer Templo.

Escondido en los cordones montañosos al noroeste de Qudra, cuando se pierden las arenas del Desierto Rojo e inician las verdes profundidades de la jungla de Sikari, siguiendo la corriente del Dhavala, el rio sagrado, se llega al pequeño Reino de Sravasti. Gente pacífica y contemplativa que ha vivido desde el inicio de las eras predicando palabras de armonía y reflexión. Gente que, en los últimos años, ha vivido la que tal vez es la mayor de las crisis de su historia debido a la Invasión de Al-Zhalah.



Campesinos de Sravasti

Son personas profundamente apacibles y sencillas, que casi no se relacionan con el mundo exterior fuera de sus valles montañosos, siendo su principal interacción con las Tribus de Vanaras al sur en la jungla de Sikari. Se dedican principalmente a la agricultura y caza. La mayoría de su gente jamás en su vida había visto extranjeros hasta hace 70 años atrás, cuando el cauce del Dhavala trajo las primeras embarcaciones de La Espada de Qudra, el ejército imperial. Sin desear conflicto ni derramamiento de sangre, los jefes de las aldeas rápidamente entregaron el control administrativo a los invasores. Ése no fue el problema: esta gente se niega a aceptar a Brahma como el único y verdadero Dios, siguiendo más bien una serie de preceptos filosóficos enseñados por sus verdaderos líderes: los Monjes.


Hanuman, Bodhidarma del Primer Templo
Enterado de ésto, el Visir Sharpur (el líder en ese momento de la avanzada) decidió atacar los lejanos templos inmersos en las montañas. Toda su poderosa hueste fue implacablemente expulsada, los 1.000 hombres, sin muertos, por un solo hombre, el que se denominó a si mismo el líder de Hemachandra, el Primer Templo: Hanuman. Combatiendo apenas con sus manos desnudas, sin usar una poderosa maza dorada, el vanara hizo retroceder a toda la legión en un sólo día. Las fuerzas decidieron no seguir avanzando por pánico a su poder. Temerosos de la represalia, Hanuman sin embargo no les persiguió: antes de cerrar las puertas de Hemachandra tras de si, les dijo: "La primera ola sólo se recoge para la venida de la segunda, ésa es la que rompe la roca. Huyan de la playa mientras puedan, hombrecitos."
Desde entonces, el Visir Sharpur fue condenado al exilio por su fracaso y en el destacamento de Sravasti tomó su lugar la Visir Setareh, ávida de reconocimiento. La Visir se encuentra desde hace décadas amasando una fuerza militar aún mayor para intentar tomar Hemachandra de nuevo, mientras se rumorea en los pasillos de Qudra que la cruel mujer niega las dulces palabras del Dalah sometiendo a la población de Sravasti a crueles tratos y vejaciones, mientras intenta aprender los secretos de ese secreto arte de combate que Hanuman ocupó para expulsar a sus fuerzas.

Desde la ocupación del imperio se han empezado a avistar Monjes Errantes de Sravasti en distintos lugares del mundo conocido. Siempre lejos de Qudra, donde el poder del imperio es supremo, estas personas viajan con motivos desconocidos, existiendo recompensas para quienes los traigan como prisioneros vivos a cualquier Templo de Brahma. Pocos lo han conseguido.

Próximamente: Sikari, La Jungla Interminable.

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